ALGUNAS NOCIONES SOBRE LAS HABILIDADES SOCIALES Y LA ASERTIVIDAD
El
concepto de habilidades sociales surge como una técnica de tratamiento grupal o
de manejo de Estrés y la Ansiedad, dentro del paradigma Cognitivo-Conductual de
la Psicología. Las necesidades y los retos que nos impone la sociedad actual,
precisan de ser abordados desde una perspectiva racional, para todo aquel que
pretenda desempeñarse en ella con éxito.
Así pues, se viene utilizando desde hace
tiempo ya con altos ejecutivos o empresarios para convencer y cautivar a sus
auditorios –verbigracia- y, asimismo se viene entrenando a los pacientes que
acuden a nuestras consultas, en las mismas, al objeto de que puedan pasar por
ejemplo, con éxito una entrevista laboral o fortalecer sus relaciones sociales;
así como para interactuar mucho mejor ante sus iguales, con figuras de
autoridad, al hablar en público, etc.
Desde
la óptica conductual, se considera que
los sujetos (algunos), no poseen esas habilidades, con lo que en consecuencia,
sería razonable enseñarles a cómo iniciar, mantener o cerrar una conversación
en su momento oportuno., a cómo relacionarse con personas del sexo opuesto o
figuras de autoridad como hemos apuntado más arriba, como recibir o dar un
cumplido, hablar en público de una manera eficaz y sin ansiedad, etc.
No
así, de modo distinto, existen personas que, aún disponiendo de esas
habilidades de las que hablamos, no las llegan a poner en práctica ya que les
producen temor, ansiedad o, simplemente, no se atreven a mostrar una buena
ejecución en ellas a pesar de que en su repertorio de conductas disponen de
ellas para relacionarse de una forma “normal” o, “natural”. Todo ello por
pensamientos tales como: que se va a hacer el ridículo, que es posible que se
queden en blanco (¡¡¡y al final lo consiguen!!!), que se les va a notar que
están nerviosos, y así, un largo etcétera.
En
definitiva, el entrenamiento en habilidades sociales (EHS, en adelante), puede
realizarse de distintos modos pero, en general, incluye las fases de instrucciones sobre qué es lo que se
desea hacer, aplicar por medio del terapeuta la técnica del modelado para esas acciones, ensayos de conducta por parte de los
participantes en el EHS, refuerzo
positivo de aquello que se ha realizado bien y, corrección además de feed-back (retroalimentación) de aquello que
se puede mejorar; volviéndose a iniciar la secuencia tantas veces como sea
preciso hasta lograr una buena actuación (nuevas instrucciones, nuevos
modelados, nuevos ensayos de conducta, nuevos refuerzos positivos y nueva
retroalimentación).
El
entrenamiento en habilidades sociales, es pues, una forma de tratamiento
psicológico multi-componente, o con componente psicoeducativo, a la vez que un
área de trabajo.
En
principio, su aplicación al tratamiento de la ansiedad social se apoyó en el
modelo de déficit conductual, el cual sostiene que las personas con dicho
trastorno de comportamiento presentan carencias en ese repertorio de
habilidades, como hemos comentado más arriba.
De
hecho, antes de la aceptación por parte de la Asociación Americana de
Psiquiatría como una entidad diagnóstica con significación clínica (APA, 1980),
ya se habían realizado una serie e investigaciones con personas que hoy bien
serían diagnosticadas –con una alta probabilidad- de fobia o, Trastorno de
Ansiedad Social, y cuanto menos serían consideradas análogos clínicos, en
algunas de las cuales se pone de manifiesto la bondad de esta modalidad de
tratamiento.
Desde
nuestro punto de vista, las variables relevantes a la hora de comprender los
progresos que realizan las personas que practican un EHS, no serían tanto las
implicadas en el mismo en sí, sino las relativas a la exposición que conlleva a la actuación y a la relación con otras
personas que el entrenamiento en habilidades sociales conlleva. (Por ello es
preferible, la modalidad grupal, frente a la individual.
Las
fases que dicho entrenamiento conlleva y, que se han soslayado antes son las
siguientes:
a)
Instrucciones
y Modelado: Su objetivo es informar
pormenorizadamente sobre todo el procedimiento y mediante el modelado por el
terapeuta o algún otro modelo (si es de “coping” con algún compañero, por
ejemplo, mejor, etc.,), y así hacer las demostraciones oportunas sobre cuáles
son las conductas deseadas. El modelado tiene un triple efecto: a): la
adquisición de conductas nuevas, b): la inhibición o desinhibición de conductas
ya existentes y c): la facilitación de otros comportamientos deseados.
b)
Ensayo
conductual: Su objetivo es que la persona
practique reproduzca y, ponga en práctica “en vivo” (a ser posible), las
conductas o comportamientos nuevos o aprendidos. (Es una de las fases más
importantes, ya que implica exposición en vivo, como técnica).
c)
Retroalimentación
y Refuerzo Positivo: Su objetivo: es “moldear”, o sea,
perfeccionar las conductas o comportamientos exhibidos por parte del sujeto. La
retroalimentación se puede realizar
fundamentalmente de dos formas: a) Visual:
consistente en la observación de una filmación o video (feedback audiovisual),
sobre la actuación del sujeto. Esta modalidad tiene como ventaja, la
objetividad, fiabilidad y precisión de la información, siendo especialmente
recomendada para anal izar conductas no-verbales; b) Verbal: de forma verbal se realiza por los comentarios
hechos al efecto (que no sean castigo), por los sujetos presentes en el
entrenamiento que pueden ser:
a)
El entrenador o algún miembro del
equipo. En cuanto expertos, proporcionarán comentarios de
carácter técnico.
b)
Los restantes sujetos del grupo de
entrenamiento. Son de especial importancia en cuanto
suponen un marco de referencia importante, y por la heterogeneidad de las
opiniones a contrastar.
c)
El propio sujeto.
(Auto-observación y evaluación). Es muy conveniente que se observe también con
el feedback audiovisual si las condiciones técnicas de la sala de
entrenamiento, lo permiten.
d)
El Refuerzo Positivo Global:
el objetivo de esta técnica es contribuir al “moldeamiento” de las conductas,
así como al fortalecimiento y mantenimiento de las mismas. Su empleo está
destinado a proporcionar a los sujetos la motivación necesaria para que mejoren
su actuación en los diversos ensayos, aumenten la tasa de respuestas
adecuadas y mantengan los logros que, de
forma progresiva vayan alcanzando. Tipos
de refuerzo pueden ser: de tipo social, mediante alabanzas u otro tipo,
material, etc.
Es
conveniente que el visionado de
retroalimentación vaya acompañado de comentarios de algún tipo, como el refuerzo positivo –anteriormente
mencionado- de algunos compañeros, etc… Con el objeto de centrarlo en las
conductas objetivo, contrastar percepciones del individuo, etc.
Conjunto de estrategias
y Técnicas: (aplicadas dentro del contexto de
entrenamiento y fuera del mismo). Su objetivo: facilitar de una forma eficaz el
mantenimiento y la generalización de las conductas aprendidas a otros ámbitos
del entrenamiento. Es como una especie de seguimiento
que se le hace al sujeto para ver si los cambios “se han consolidado” oportunamente. (Como ejemplos se podrían citar
el iniciar y acabar una conversación con otra persona del sexo opuesto, o un
ensayo de role- playing en cuanto a hablar en público.
Es
muy importante asimismo que durante el entrenamiento se le proporcionen a la
persona instrucciones precisas sobre lo que llamamos “focalización de la atención”.
Este concepto parte de la evidencia de que disponemos acerca de que los sujetos
que presentan ansiedad social, focalizan su atención a los aspectos negativos
de la interacción social como son: la sintomatología ansiosa, palpitaciones,
sudoración, pensamientos del tipo: “me
quedaré en blanco o, me notará que estoy nervioso”, etc., más allá de
centrar esa atención “imprescindiblemente” a los aspectos propios de la
conversación, por ejemplo; es decir se retira parte de la atención que nuestro
interlocutor demanda para prestarla en los aspectos aversivos de la misma.
¿Cómo tratar sin fármacos la ansiedad o fobia social?
Datos incontrovertibles
vertidos en las bases de datos de la literatura en Psicología especializada en
Técnicas de Modificación y Terapia de Conducta, han puesto de relieve que las
técnicas de elección para este tipo de problema de conducta son los protocolos
o programas validados al uso, como el de Heimberg, Leivowitz, Carrie-Massia,
Turner y Beidel, Albano, etc.
Estos programas, talleres, en formato grupal que se aplican
en IESs, principalmente o, de cualquier otra forma, grupalmente, han mostrado su utilidad, efectividad,
eficacia y eficiencia, de forma más que aceptable. En contrapartida al tratamiento
farmacológico, ya mencionado y que sólo palía los síntomas, al no enseñar un
repertorio de conductas nuevas en el sujeto
Básicamente constan de 12 o más sesiones (variables), en las
que a los sujetos se les enseña a iniciar, mantener y cerrar conversaciones,
dar y recibir cumplidos, feedback audiovisual, establecer nuevas amistades,
hablar en público, etc… es decir, a todo
lo que implique de algún modo una interacción o actuación social.
Decimos con acierto tras la revisión de la literatura que,
el componente más activo (más terapéutico de estas técnicas es la exposición que implica verse inmerso
en un grupo de desconocidos o no, ya que la
exposición a las situaciones sociales fóbicas en cualesquiera de sus
modalidades, ayudan al participante a:
a)
Que desmienta
la asociación estable que él presupone respecto de las relaciones entre las
situaciones que teme, las respuestas de ansiedad que se desencadenan y el miedo
a variar su respuesta ante ellas. A actuar de forma diferente.
b)
Verifique la
gratuidad de su miedo o ansiedad a que se puedan producir las consecuencias
negativas que teme si actúa como cree que no debe hacerlo ante tales
situaciones.
c)
Reconozca que
la ansiedad social desadaptativa se “aprende”, por lo que también puede ser
controlada mediante la aplicación de técnicas que, así mismo, se enseñan y
aprenden para dejar de aprender aquella.
¿Qué sería entonces la asertividad?
Respecto
al tema de la “Asertividad”,
podríamos definirla como: aquel tipo de habilidad social que, hace que el
individuo exprese sus emociones, opiniones, sentimientos, derechos, etc., de la
forma más adecuada posible, sin infligir daño a nuestro/s interlocutor/es; (es
decir, sin aplastar al prójimo), pero, diciendo o aseverando lo que realmente
queremos decir; o sea NO siendo agresivos (verbalmente)(”le vomito todo lo que le quiero decir gritándole”), y NO ser
pasivos (“me lo trago todo y me quedo mal
yo”), sino, ser ASERTIVOS…, el
polo medio del continuo. (Le digo TODO
lo que le quiero decir pero sin alterarme, sin alterarlo a él a ser posible y,
de la manera más educada posible).
Cuando
alguien es capaz de decir “no” y de defender lo que piensa, aun cuando los
otros o el otro pudieran no estar de acuerdo o incluso les pudiera no sentar
bien, entonces es cuando decimos que esa persona es “asertiva”. Una persona asertiva dice lo que piensa
pese, a que pueda pasarlo mal en el momento en que lo hace, pero además,
utiliza la mejor forma de decirlo a fin de que el otro o los otros también se
sientan lo menos mal que resulte posible.
Cuando de lo que se
intenta es de no ceder, hay que tener especial cuidado o hacer hincapié en no
caer en lo que llamamos culpabilidad asertiva. (Al defender uno sus derechos,
por ejemplo, la otra/s persona/s deben entender que lo que hemos hecho es
justamente lo que deseábamos sin ser agresivos. Aunque les puedan hacer sentir
mal a ellos. El hecho es que NO nos sintamos mal nosotros. Sirva como ejemplo
el presente Decálogo de los Derechos Humanos Asertivos, que en su día elaboró
el profesor Echeburúa y, que nosotros hemos adaptado. (Versión de López y
Pérez, 2008):
1. Tenemos
derecho a juzgar nuestro propio comportamiento, nuestros pensamientos y
nuestras emociones, y a asumir la responsabilidad de hacerlo y de las consecuencias
que se generen.
Yo no soy quién
para decirte lo que tienes que hacer, tú no eres quién para decirme lo
que tengo que
hacer. Pídeme, no me exijas.
2. Tenemos
derecho a no dar razones o excusas para justificar nuestro comportamiento, si
no queremos hacerlo.
Puedes decir «no
quiero ir» y no tienes por qué sentirte mal contigo, ni tienes que
«explicarte» si
consideras que no debes hacerlo.
3. Tenemos
derecho a juzgar, si nos incumbe, la responsabilidad de encontrar soluciones
para los problemas de otras personas.
Aunque siempre
sea recomendable ayudar, ayudaremos cuando y porque nos apetezca,
no porque
tengamos la obligación de hacerlo.
4. Tenemos
derecho a cambiar de parecer.
Antes pensaba
que sí, pero ahora creo que no quiero. No, no quiero.
5. Tenemos
derecho a cometer errores y a ser responsables de ellos.
Bien, he metido
la pata. Intentaré entender por qué me ha pasado y procuraré que no me
vuelva a
suceder.
6. Tenemos
derecho a decir «no lo sé».
La verdad es que
no sé nada acerca de lo que me preguntas.
7. Tenemos
derecho a ser independientes de la buena voluntad de los demás antes de enfrentarnos
con ellos.
Gracias por tu
amabilidad, pero cuando te necesite ya te avisaré.
8. Tenemos
derecho a tomar decisiones ajenas a la lógica.
Sé que lo mejor
es que me lleve el paraguas, pero me apetece sentir cómo me moja el
agua de la
lluvia.
9. Tenemos
derecho a decir «no lo entiendo».
Perdona. No me
estoy enterando de nada de lo que me dices, ¿me lo puedes explicar de
otro modo?
Gracias.
10. Tenemos
derecho a decir «no me importa».
çMira, la verdad
es que no me interesa lo que me estás contando, pero si te parece bien
podríamos hablar de...
Entonces, ¿Cómo debemos comportarnos y comunicarnos?
1º
ESTILO PASIVO: El estilo pasivo de comunicación o de
comportarse, implica consideraciones de mención especial ya que de éste se
pueden derivar consecuencias importantes a saber; no es malo actuar o decir SÏ.
Es malo no actuar como uno cree que
debería hacerlo, o no decir lo que uno/a quiere o cree que quiere ; y, como
consecuencia, acaba sintiéndose mal consigo mismo, e incluso perdiendo sus
propias señas de identidad.
Tanto
lo primero, como lo segundo, se aprende y, por lo tanto se puede
desaprender.
2º
ESTILO AGRESIVO:
Es más propio de lo que llamamos patrones de conducta tipo A, en
los que componentes como la impaciencia, hostilidad competitiva y el
triunfalismo, llevan a la persona a comportarse de manera despersonalizada e
intimidatoria llegando en muchos casos a desarrollar trastornos
psicofisiológicos como el infarto de miocardio, las úlceras pépticas, etc.
3
ESTILO ASERTIVO (EL IDEAL):
Cuando alguien es capaz
de decir “NO” (no ceder cuando no se desea), y de defender lo que piensa, aun
cuando el otro o los otros pudieran no estar de acuerdo o incluso les pudiera
molestar o no sentar bien, entonces es cuando decimos que esa persona es
asertiva.
4
ESTILO PASIVO-AGRESIVO:
El estilo
Pasivo-Agresivo se caracteriza por comportamientos dirigidos a intentar
molestar de manera indirecta a nuestro interlocutor. Es decir, “pasivamente…,
vamos agrediendo”.
Esto se consigue por
medio de lo que aquí en España se conoce como “lanzamiento de chinitas”, que no
consiste ni más ni menos que en ir recordando al sujeto, aspectos negativos
sobre su persona o su pasado, a sabiendas de que eso le puede llegar a doler. Pero
el hecho es que: “…estoy molestado
contigo y te lo demuestro así…”
Fco.
Javier López González.
Psicólogo Clínico y de la Salud.
CV-08702 Alicante.
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