sábado, 15 de junio de 2013

FACTORES PSICOLÓGICOS FAVORECEDORES DE UN PROCESO DE ENVEJECIMIENTO SALUDABLE


Autor:

Fco. Javier López González. Psicólogo. Especialidad Clínica. 
Centro Médico Estación. Alicante. D.E.A. en Medicina Clínica.




Introducción.

De manera más o menos consensuada, se considera a España uno de los países con más tasas de personas envejecidas, según el Instituto Nacional de Estadística, (INE, 2002) y, según las últimas revisiones de Naciones  Unidas, se le asigna a nuestro país un 35% aproximadamente de personas mayores de 65 años. Lo mismo acontece con los datos del IMSERSO del 2002 al 2004 en el que se pasaba de 6.842.143 a 7.276.620 personas. (IMSERSO, 2004, 2006).

Al hilo de estos datos, la población “octogenaria” en España se sitúa en torno a 1.756.844 personas; es decir, el 4.10% total de nuestro país; en el cual se prevé que en el año 2050 este porcentaje aumente considerablemente, o sea, concretamente, representará el 11.40% del total aludido. Todo ello en revisiones más recientes de Naciones Unidas, (Naciones Unidas, 2003).

         Este envejecimiento poblacional da lugar a múltiples implicaciones psicosociales, algunas de ellas vinculadas a promover los recursos necesarios para manejar el aumento de patologías asociadas a la edad avanzada (como podrían ser las demencias o la depresión), y otras, dirigidas a promover lo que la OMS denomina un envejecimiento activo y, más saludable que el pasivo o sedentario: “El proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen” (OMS, 2002). Este concepto hace énfasis en los potenciales del individuo y en el fomento de los mismos a través de determinantes referidos a variables del individuo y de su entorno físico y social.



Fuentes de Variabilidad implicadas en el proceso.  

         Las fuentes de variabilidad y sobre las que se hablará más adelante, son: las propias influencias derivadas de la edad cronológica, las relativas al contexto socio-cultural e histórico y las referidas a aspectos no-normativos, (aspectos personales). Estos tres factores varían en el grado de su influencia a lo largo del ciclo vital. Los efectos de la edad (madurez), son más explicativas en la niñez y menos importante en la vejez, mientras que el contexto histórico-cultural y las influencias no-normativas, empiezan a manifestarse e incrementarse a partir de la juventud. (Baltes y Smith, 2004).

Esto da cuenta de la importancia  de promover y entrenar habilidades personales durante todo el ciclo vital y, de forma específica durante la vejez, pudiendo ser habilidades tanto cognitivas, como emocionales y conductuales.

Así pues, dentro de este enfoque del ciclo vital, se entiende que el envejecimiento patológico se refiere a: “aquél proceso en el          que se producen enfermedades físicas o mentales; “el envejecimiento normal” se refiere a “aquél en el que no se dan circunstancias patológicas”; y, por último, el “envejecimiento óptimo o exitoso”, sería aquél en el que partiendo de condiciones personales adecuadas (de salud, económicas, educativas, etc.), transcurre en condiciones ambientales también óptimas. (Fernández-Ballesteros, 1996). Objetivar cuáles son esas variables, personales y ambientales, que las posibilitan, tiene un carácter psicológico; es decir, es objeto de investigación y práctica aplicada de la psico-gerontología.


El envejecimiento saludable: interacción entre variables personales y el entorno.

         El bienestar y la salud en la vejez, dependen por tanto de diversas variables, entre las intrínsecas, los factores psicológicos juegan un gran papel, y, por tanto, la psicología tiene un peso decisivo en la promoción del envejecimiento saludable y activo.

         Como señala Fernández Ballesteros (2006), existirían cuatro dominios en la promoción del envejecimiento activo sobre los que intervenir a nivel de la “persona”:

1)    Estilos de vida y funcionamiento físico.
2)    Funcionamiento cognitivo.
3)    Funcionamiento afectivo y afrontamiento.
4)    Funcionamiento social y participación.


En el modelo de la OMS, como se refleja en la tabla de abajo, establece unos determinantes del envejecimiento “activo”. (Organización Mundial de la Salud, 2002).



Locus de control

Con referencia a la percepción de control interno y auto-eficacia, sabemos que el locus de control interno ejerce influencia en la salud porque aumenta las conductas de auto-cuidado, influye en la búsqueda activa de información, mantiene la realización de las actividades de la vida diaria y proporciona mayor satisfacción. (Entendemos por locus de control interno aquél estilo de personalidad que es capaz de modificar su conducta independientemente de los factores ambientales, pensando que es en “su mano” donde están las fuentes de cambio). Del mismo modo el externo dependería más de “los otros” y el anciano, en este caso, lo vería como menos modificable, ya que no atribuye a él mismo, dichas fuentes.

La “auto-eficacia” (Bandura, 1998) influye en las expectativas, en los esfuerzos y perseverancia, en la resistencia a la adversidad y la vulnerabilidad al estrés y la depresión.

En cuanto a la actividad física y mental, son ambos predictores indiscutibles del envejecimiento activo, así las recomendaciones conductuales para conseguirlo de un a manera óptima se basan en tipos de actividades a desarrollar.

Según Fernández Ballesteros (2002) algunas manifestaciones de la vejez modificables son las siguientes:

Para el declive intelectual: ejercicios mentales.
Olvido: aprender estrategias para recordar
Lentitud: ejercicios
Movilidad reducida: estiramientos
Insomnio: relajación, higiene del sueño
Depresión: actividades agradables, reestructuración cognitiva
Aburrimiento: creación de nuevos aprendizajes.


Habilidades de afrontamiento y envejecimiento

Así pues, los cuatro dominios anteriormente citados se podrían reducir a habilidades y recursos sobre los que trabajar. El afrontamiento, tal y como lo explican Bueno & Navarro, (Bueno y Navarro, 2004), es un factor estabilizador que puede ayudar a las personas a adaptarse psicológicamente en períodos de estrés. Se considera un término genérico que engloba todos los pensamientos y comportamientos necesarios para hacer frente a una situación de estrés o ansiedad; en definitiva, sobre-activación, temor, y, pensamientos disfuncionales. 

Así el papel del psicólogo en la promoción del envejecimiento activo destaca como defensor de la salud, educador y dinamizador social, dichas funciones las abarca la psicología clínica y de la salud, la educativa y la de intervención social respectivamente.

Las funciones del psicólogo en el ámbito gerontológico, como método de afrontamiento de estrés o ansiedad, serían, (Santamaría, 2004):

Psicología clínica y de la salud: evaluación e intervención psicológica de trastornos mentales, labor preventiva a través de la asesoría y consejo individual, etc.
Psicología de intervención social: diseño y promoción de programas y servicios comunitarios y sociales que contemplen la participación de las personas mayores en la sociedad, atención directa a mayores, familias y trabajadores, etc.
Psicología del trabajo y de las organizaciones: selección, evaluación y orientación del personal, formación y desarrollo del personal, evaluación y mejora de condiciones de trabajo y salud, etc.
Psicología jurídica: protección jurídica de los mayores en el ámbito de la salud, el derecho de alimentos entre parientes, el maltrato físico y psicológico a las personas mayores, etc.
Psicología educativa: educar en una imagen social del mayor exenta de prejuicios y estereotipos, regulación progresiva de la jubilación y preparación de la misma, etc.


Estrés Psicológico y Envejecimiento.

         Desde la perspectiva de estudio de la “Resistencia Psicológica” aplicada al ámbito gerontológico, se podría valorar asimismo la capacidad de adaptación a los cambios y los recursos personales y del entorno que lo facilitan. Para Garmezy (1991) la resistencia es la capacidad para recuperar y mantener un comportamiento adaptativo (oportuno, saludable y que aumente nuestra capacidad de obrar), después de la retirada de un evento estresante, así como el polo positivo de las diferencias individuales, en la respuesta de la gente a la adversidad y al estrés. En suma, este concepto según Staundinger et al., 1999, implica dos tipos de fenómenos:

1º el mantenimiento de un desarrollo normal aunque haya un riesgo o problema.
2º la recuperación de un funcionamiento normal después de una experiencia traumática.

         En una revisión que realizaron Bueno y Navarro (2004), resaltaron que estos autores conceptuaron la “Resistencia”, como un tipo de “plasticidad”. Mientras la plasticidad en principio recoge el potencial para cualquier cambio en la capacidad adaptativa, (incluyendo crecimiento, mantenimiento y declive), la resistencia se refiere al potencial para el mantenimiento y para re-obtener niveles de adaptación normales. Como la capacidad de reserva, la resistencia implica la presencia de recursos latentes que pueden ser activados en cualquier momento.

Por último, por factor protector se entiende cualquier característica medible en una persona o grupo de personas que predice resultados positivos en un contexto de riesgo o adversidad. La siguiente tabla ilustraría –y resumiría- lo que queremos decir:



  • Tomado de Rocío Fernández-Ballesteros.



El cambio o modificación en las manifestaciones de la vejez.



         La auto-eficacia pone en disposición  a las personas de permitir o consentir elegir, situaciones de reto, explorar su medio o crear nuevos entornos, por ejemplo. (Baessler y Schwarzer, 1996). Por otra parte, el ejercicio físico y mental -que según los datos no admiten controversia, a través de los estudios realizados al respecto- son buenos predictores del “envejecimiento activo” como prefiere denominarlo Lehr. (Lehr, 1999).  Así, en revisiones nuevamente, nos encontramos con que “la actividad” operativizada como: deportes adecuados a la edad, actividades culturales, actividades sociales o de ocio y tiempo libre…, predijeron en gran medida la supervivencia de los sujetos. De este modo, como indica Fernández-Ballesteros, como en la actividad está la clave para el mantenimiento y optimización de las funciones las sugerencias o recomendaciones para promover un envejecimiento activo modificables en la vejez, presenta en la siguiente tabla una sistematización de las mismas. (Fernández-Ballesteros, 2002).


  • Adaptado por Fco. Javier López González.
  • Tomado de Rocío Fernández-Ballesteros.

La actividad en forma de ejercicios capaces de entrenar funciones físicas y/o cognitivas, permite en los términos relatados en el artículo, compensar el declive propio de la edad y optimizar capacidades preservadas, todo ello en aras de mantener unos buenos niveles de capacidad funcional.

En lo relativo al efecto de la actividad intelectual, la investigación gerontológica muestra como la misma “compensa” el “declive cognitivo” producido por el mero paso del tiempo. (Por ejemplo, Fernández-Ballesteros y cols., 2003).

Sobre la actividad física es muy vasta ya la literatura especializada en estudios que muestran resultados incontrovertibles cómo existe una correlación entre esta variable (actividad física), no sólo entre indicadores de salud y funcionamiento físico (Lehr y Jüchtern, 1997), sino que asimismo, en funcionamiento cognitivo, (Colcombe y cols., 2006), y con ajuste emocional, (Jerome et al., 2002).

Los mecanismos que explican estos beneficios sobre la salud parecen relativos al efecto sobre los niveles de ansiedad por la regulación de los niveles de cortisol. (Bandura, 1991), o, por el aumento de la percepción de auto-eficacia, (McAuley et al., 1995), siendo dichos mecanismos los que están inherentemente unidos a los beneficios de la actividad física sobre el afecto también, ya que por ejemplo, dicha actividad favorece el transporte y la utilización de oxígeno a nivel cerebral, lo que desde luego arroja reultados positivos luego sobre el rendimiento intelectual. (Chodzko-Zadjo, 1991).

La actividad social (operativizada en indicadores de red social y participación en dichas actividades), se asocia también con el mantenimiento de la salud y bienestar en los ancianos o personas mayores, (Buz et al., 2004). Los mecanismos explicativos de esta asociación o vínculo entre variables hacen pensar a través de los resultados obtenidos en estudios de grupos, que las relaciones sociales son factores protectores del estrés y, por lo tanto, de sus efectos devastadores sobre la salud. (Bath y Deeg, 2005). En definitiva, dichas relaciones ayudarían a afrontar el posible déficit de estos recursos asociados a esta franja de edad; operativizados estos como: pérdidas de familiares o diagnósticos de enfermedad, por poner sólo dos ejemplos. (Antonucci et al., 2002).

Concluyendo y con el objeto o ánimo de dar un salto de los resultados de las investigaciones realizadas, al ámbito aplicado, los cuatro dominios de los que hemos partido se podrían traducir a habilidades y recursos sobre los que trabajar. Ejemplos de ello, serían: la promoción de hábitos de vida saludables, la estimulación cognitiva, el entrenamiento en habilidades emocionales, percepción de control interno, y desarrollo de habilidades sociales.

Para finalizar el manuscrito, no sería ocioso recordar los programas de corte psicopedagógico para materializar la promoción del envejecimiento activo desde la práctica psicológica en el ámbito comunitario, un ejemplo de ellos el programa “Vivir con Vitalidad” (Fernández Ballesteros, 2002) cuyos objetivos son:

A) Eliminar conceptos erróneos sobre el envejecimiento,
B) Transmitir conocimientos básicos sobre como envejecer activa y competentemente,
C) Promover estilos de vida saludables.  
D) entrenar en estrategias para optimizar competencias cognitivas, emocionales, motoras y sociales,
E) Promover el desarrollo personal y la participación social.



REFERENCIAS.

Baesler, J. y Schwrzer, R. (1996). Evaluación de la Auto-Eficacia: Adaptación Española de la escala de autoeficacia general. Ansiedad y Estrés, 2 (1): 1-8.
Baltes, P.B. y Smith, J. (2004). Lifespan Psychology: From Development Contextualism to Developmental Biocultural Co-Constructivism. Research in Human Development, 1, (3): 123-144. Lawrence Erlbaum Associates, Inc.
Bandura, A. (1991). Self efficacy mechanism in physiological activation and health-promoting behaviour. En J. Madden (Ed.), Neurobiology of learning, emotion and affect (pp. 229-269). New York: Raven Press.
Bandura, A. (1998). Personal and collective efficacy in human adaptation and change. En J.G. Adair (Ed.), Advances in psichologycal science, Vol I: Social, personal and cualtural aspect (pp. 51-71). Hove, England: Psychology Press/Erlbaum.
Bueno, B. y Navarro, A.B. (2004). Afrontamiento y calidad de vida. Revista Española de Geriatría y Gerontología, 39, 31-37.
Buz, J., Mayoral, P., Bueno, B., y Vega, J.L. (2004) Fcatores sociales del bienestar subjetivo en la vejez. Revista Española de Geriatría y Gerontología, 39, (supl, 3): 38-45.
Chodzko-Zadjo, W.J. (1991). Physical  fitness, cognitive performance and aging. Medicine and science in sport and exercise, 23, 868-872.
Colcombe, S.J., Erickson, K.I. Scalf, P.E.,  Kim, J.S. Prakahs, R. McAuley, E. et al. (2006). Aerobic Exercice Training Increases Brain Volume in Aging Humans. Journal of Gerontology and Medical Sciences, 61, (11): 1166-1170.
Fernández-Ballesteros, R. (2002). Envejecer bien. ¿Qué es y cómo lograrlo?, en R. Fernández-Ballesteros: Vivir con vitalidad. Madrid: Ed. Pirámide.
Fernández-Ballesteros, R. (2002b). Vivir con Vitalidad (colección), Madrid: Ed. Pirámide.
Fernández-Ballesteros, R. (2003). Calidad de vida ¿es un concepto psicológico? Revista Española de Geriatría y Gerontología, 39, 18-22.
Fernández-Ballesteros, R.. Zamarrón, M.D. y Maciá, A. (1996). Calidad de vida en la vejez en distintos contextos. IMSERSO.
Garmezy, N. (1991). Resilience in children`s adaptation to negative life events and stressed enviroments. Pediatrics Annals, 20, 459-466.
Instituto de Mayores y Servicios Sociales IMSERSO (2002). Las personas mayores en España. Informe 2002. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Secretaría de Servicios Sociales, Familias y Discapacidad.
Instituto de Mayores y Servicios Sociales IMSERSO (2004). Las personas mayores en España. Informe 2004. Datos estadísticos Estatales y por CC.AA.: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Secretaría de Servicios Sociales, Familias y Discapacidad.
Instituto Nacional de Estadística (INE). (2002). Boletín mensual de Estadística. Proyecciones de Población (a 31 de diciembre). Madrid: Instituto Nacional de estadística.
Jerome, G.J. Márquez, D.X., McAuley, E., Canaklisoval, S., Snook, E. y Vickers, M. (2002). Self-Efficacy effects on feeling states in women. International Journal Of Behavioral Medicine, 9, 139-154.
Lehr, U. (1999). El Envejecimiento Activo. El papel del individuo y de la sociedad. Revista Española de Geriatría y Gerontología, 34, (6): 314-318.
Lehr, U. y Jüchtern, J. (1997). Psychophysical activity in the elderly: motivations and barriers. En G. Huber (ed.), Healthy aging, activity and sports. Gamburg: Verlarg Für Gessun dheitsförderung, pp. 25-35.
McAuley, E., Shaffer, S. y Rudolph, D. (1995). Self-Efficacy and affective responses to exercice testing in olders males. International Journal of Aging and Human Development, 41, 13-27.
Naciones Unidas (2003). World Population Prospects: The 2002 Revision.
Organización Mundial de la Salud (OMS). (2002). Active Aging. Ginebra: WHO.
Santamaría, J.L. (2004). Rol del psicólogo en Gerontología. El Psicólogo en el proceso de envejecimiento. Vejez y Calidad de Vida. http://www.copbizkaia.org/descargas/. 9 de febrero de 2004 (acceso).
Staundinger, U.M., Freund, A.M. Linden, M. y Maas, I. (1999). Self, Personality, And Life Regulation: Facets Psychological Resilience in Old Age, En P. Baltes y K. Mayer (Eds.). The Berlin Aging Study: aging from 70 to 100. New York: Cambridge University Press.




No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...