Pensamos que cuidar la vida, equivale a la búsqueda y protección de la alegría. Vencer el miedo, ayuda a aumentar la alegría, son conceptos inversamente proporcionales. Desde niños, cobramos apego a lo efímero, el miedo tiene un gran componente de inevitable, porque la vida humana es demasiado frágil y trágica, si no encontramos modo de fundar la estimación por uno mismo estaremos abocados a la aprensión, a la hipersensibilidad, a la hipocondría. Luchar por tanto contra el miedo nos ayudará a ganar el combate con la hipocondría.
Derivada
de la teoría de los cuatro humores de Hipócrates, la palabra hipocondríaco es aplicable a las personas que se angustian
en demasía por su la salud de su cuerpo.
Creerse
enfermo, es algo relativamente frecuente entre la población general. Noticias
en los medios de comunicación sobre enfermedades, molestias físicas a las que
no encontramos explicación y enfermedades de familiares o amigos nos hacen
proclives a la preocupación de enfermar. Asociar preocupaciones hipocondríacas
con interferencia en los hábitos de vida personales y profesionales disminuye
la calidad de vida y en ocasiones aumenta los gastos sanitarios de un país. Es
en estas ocasiones, cuando es necesario intervenir a nivel psicológico, cuando
la persona se encuentra incapacitada por la hipocondría.
La
presencia de síntomas físicos sin alteraciones orgánicas, molestias imprecisas
y generalizadas es característica de personas que padecen hipocondría, en
ellas, incluso ligeros cambios, como un ligero aumento de la presión arterial o
algún episodio de tos, que pasarían
desapercibidos para quienes no lo padecen, a ellos puede producirles malestar
físico.
Diagnosticar
de hipocondría requiere que la persona padezca durante al menos seis meses, una
preocupación, (no de tipo delirante) miedo, a padecer una enfermedad grave,
persistiendo tal preocupación a pesar de que el facultativo realice las
exploraciones y de las explicaciones oportunas, la preocupación le tiene que
producir un malestar clínicamente significativo, o un deterioro laboral y
social, y no hay que confundirla con síntomas determinados trastornos como
son de TAG, TOC, trastorno de angustia,
episodio depresivo mayor, ansiedad por separación u otro trastorno somatomorfo.
Que
la persona se haya visto expuesta a
estímulos sensibilizadores (estímulos incondicionados); a enfermedad, bien durante la infancia, la
adolescencia o incluso ya en la edad
adulta; que alguna persona cercana a él
(familiar o una educación errónea sobre los síntomas, la salud y la enfermedad,
son causas para convertir a la persona en hipocondríaco. Un aprendizaje en el
ambiente familiar es clave para el inicio del trastorno. Un niño criado en un
ambiente sobreprotector, donde se exageran los síntomas de las enfermedades
crea un caldo de cultivo idóneo para que en el desarrollo evolutivo el niño,
focalice su atención en mínimos síntomas que perciba en su organismo y a lo
largo de los años los vaya cronificando, dando como resultado el convertirse en
hipocondríaco.
Una
vez iniciada la hipocondría, determinados factores contribuyen a su
mantenimiento, así, continuas visitas a los médicos sin que estos encuentren
causa física al problema que sufre la persona. No todas las personas que sufren
de hipocondría acuden a consultas médicas, existe una parte de ellos que las
evita por temor a que se les confirme la enfermedad que ellos temen sufrir.
Otro
factor que contribuye al mantenimiento de este trastorno es la búsqueda
insistente y minuciosa que la persona realiza, sobre enfermedades a partir de
diferentes fuentes.
También
es importante las rumiaciones sobre los síntomas que se sufren y las
consecuencias que pueden tener; la aparición de enfermedades reales que
confirmen sus creencias tiene gran importancia para reafirmarse en su
“hipotética” enfermedad.
La
falta de actividad y la pérdida de interés por distintos menesteres, llevan a
la persona a focalizar la atención en las propias sensaciones, aumentan sus
quejas y solicitan atención continuada, así en atención primaria, el porcentaje
de pacientes hipocondríacos es alto, entre un 12% y un 24% que reclaman más cantidad de pruebas médicas
(casi un 10% más que el resto), en unos momentos en que los médicos trabajan
bajo presión para reducir pruebas y procedimientos innecesarios.
La
hipocondría emerge en el contexto de ciertos trastornos de ansiedad, por lo que
se plantea su tratamiento como tal. La crisis y el descenso de empleo parece
que van asociados a mayor número de hipocondríacos con somatizaciones,
depresiones, trastornos de ansiedad e incluso suicidios. Pueden entrar en un
espiral que no tiene final y llegar a cronificarse.
- Autores:
Francisco
Javier López González (Psicólogo General
Sanitario - Práctica privada)
Mª
Teresa Pérez Marín (Psicólogo General
Sanitario - Centro Dr. Esquerdo)
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