Un caso real...
Varón, de 45 años,
casado, con tres hijos, director de una cadena de empresas de
electrodomésticos, ingería bebidas alcohólicas en exceso desde hacía más de dos
años. A raíz de descubrir un fraude en la empresa, que había realizado un
encargado de la misma, relata que aumentó su consumo de alcohol.
Cuando acudió a
consulta, el cliente bebía a diario, 6 vasos de vino por término medio, sobre
todo antes de cenar, dos copas de licor después de las comidas, dos o tres
copas de coñac en ayunas y los fines de semana seis o siete combinados con gran
proporción de alcohol entre viernes, sábado y domingo.
En consulta, nos refirió
las consecuencias negativas de este consumo abusivo de alcohol, tanto en su
vida personal como en la profesional.
En el terreno personal,
la relación con su esposa, pasaba por sus peores momentos, ella había
interpuesto demanda de separación, la convivencia diaria era prácticamente
inexistente, ambos intentaban no coincidir ni en las horas de las comidas, y
dormían en habitaciones separadas desde hacía unos seis meses. Cuando él
llegaba con exceso de alcohol, las peleas en casa eran una constante, sus hijos
casi no le dirigían la palabra y su
mujer se marchaba a la calle hasta que pasaban unas horas y calculaba que ya se
habría acostado.
Sus relaciones
sociales, también se habían visto afectadas, los amigos lo evitaban. Y en el terreno económico, había
acumulado deudas en muchos de los bares a los que acudía hasta el extremo de
solicitar préstamos bancarios a los que no podía hacer frente.
El motivo de decidir
ponerse en tratamiento, es que después de acudir al médico de atención primaria
por no encontrarse bien, éste, tras un chequeo médico le comunicó que tenía una
cirrosis hepática incipiente y una miocardiopatía alcohólica. Le aconsejó que
abandonara el consumo de alcohol, algo que nuestro cliente intentó por su
cuenta y no consiguió. Padecía insomnio de iniciación, temblores y ansiedad que
aplacaba tomando una copa de ginebra antes de dormir.
Para el tratamiento de
nuestro cliente, se necesitó y contó con la colaboración de un médico
especialista en psiquiatría que le administró el siguiente tratamiento: clometiazol,
(Distraneurine®) para controlar el posible delirium tremens que
pudiera padecer, bromazepam 3 mg.
(Lexatin®) para conciliar el sueño, un complejo vitamínico B12
B6 B1 (Hidroxil®) para paliar la desnutrición
que sufría y un protector hepático, silimarina (Legalón®).
Del mismo modo le
indicó pruebas exploratorias complementarias como: analítica sanguínea y de
orina, una gastroscopia para verificar varices esofágicas o úlceras y una
ecografía del hígado para descartar una posible cirrosis hepática.
El tratamiento psicológico
consistió en estrategias de programas de refuerzo comunitario, asimismo se le
indicó que acudiera a un grupo de exalcohólicos.
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