Descripción
de un caso real.
Luis, 30 años, estudios
superiores, acude a consulta porque dice que no aguanta más el sufrimiento que
le producen lo que él llama sus “manías”, que son pensamientos, dudas (y
seguridades) que le angustian con la higiene, llevándole a poner en marcha
rituales de comprobación y limpieza.
Nunca sabe si sus manos estarán totalmente
limpias o tendrán microbios y contaminará con ellos sus ojos, su nariz o sus
oídos, por lo que las lava y desinfecta cada vez que toca algo con ellas, unas 90
veces, según nos relata el paciente, aunque hay días que incluso más. Duda de
si están bien lavadas y de si ha eliminado de ellas todos los microbios (o
tiene la certeza de no haberlos eliminado completamente) para lo cual ha
comprado un microscopio, y cada vez que las lava las mira a través del mismo,
dudando de si la comprobación ha sido o no correcta (o tiene la convicción de
no haberlo comprobado bien).
Así, pues, Luis muestra
una extremada preocupación por la limpieza y desinfección de sus manos, y
después de haberlas limpiado meticulosamente y de haberlo comprobado de manera
ritual le embarga una duda sincera, casi delirante. Su malestar se relaciona
con la limpieza y la certeza.
Nos relata que cuando
le sobreviene el pensamiento y la sensación de que sus manos están sucias y
contaminadas por haber tocado algún objeto, intenta distraerse, ignorar sus
pensamientos, pero experimenta un fuerte malestar junto con un impulso
incontrolable de comprobar si es así y de volver a lavarlas y desinfectarlas.
Si no lo hace, experimenta una fuerte ansiedad y gran responsabilidad por si
con sus manos infectadas puede contaminar el resto de objetos que toque. Tanto
la comprobación como la limpieza los realiza mediante rituales complejos que
tiene que realizar. Los rituales le sirven tanto para asegurarse de la
existencia de la sensación de que en sus manos existen microbios, como para
asegurarse de que al lavarlas y desinfectarlas desaparecerá. El problema
continúa porque tras lavarse las manos duda de que estén limpias y
desinfectadas, por lo que tiene que volver a realizar la acción repetidamente.
Ese ciclo de limpiezas y comprobaciones, sume a Luis en una desesperación, en
ocasiones se produce daños físicos (salta la piel de sus manos y las quema por
aplicar tanto desinfectante), reacciona de forma violenta contra sus padres.
Luis invierte demasiado
tiempo con los rituales de limpieza y comprobación, falta demasiados días al
trabajo, pierde sus relaciones sociales.
Sus “manías” se
extienden a un excesivo orden y limpieza
en el ambiente familiar, los muebles, los objetos del hogar, tienen que
estar colocados en paralelo a las rayas del suelo. Luis, en momentos de lucidez
relata que su excesivo sentido de responsabilidad y de desinfección es lo que
le lleva a dudar de que todo esté desinfectado y funcione con normalidad.
Considera, que muchas de sus sensaciones de infección es producto de su mente,
del trastorno que padece; sin embargo en momentos de bajo nivel de conciencia, racionaliza sus
dudas (“creo que no está totalmente desinfectado todo”, “creo que mis manos
todavía no están del todo limpias”) sus sensaciones (“es seguro que tengo mis
manos llenas de microbios”, “es seguro que si toco comida con estas manos
enfermaré”). Luis señala que estos ciclos de sensaciones, pensamientos
obsesivos, dudas y comprobaciones pueden durar días, mezclado con “manías”.
El paciente relata que
desde hace muchos años viene sufriendo estas “manías”, pero que se han
acentuado hace cuatro años, por lo que desde entonces padece un estado de ánimo
deprimido, pasa muchas horas llorando, ha ganado peso porque no sale de casa,
no realiza actividades placenteras, presenta problemas de insomnio. Nunca se
había planteado acudir a consulta, pero cree que ha llegado el momento de
ponerse en tratamiento psicológico, porque su vida es un verdadero infierno.
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