viernes, 7 de junio de 2013

MANUAL PARA MEJORAR LA COMPRENSIÓN Y VELOCIDAD EN LA LECTURA





¿POR QUÉ ES IMPORTANTE APRENDER A LEER CORRECTAMENTE?


En primer lugar, una buena técnica de lectura será, sin duda alguna, una inversión de tiempo por partida doble, es decir, nos permitirá desarrollar una velocidad de lectura muy superior a la acostumbrada (3 ó 4 veces mayor por lo menos) y también nos posibilitará el hecho de que seamos capaces de memorizar la información que vamos leyendo más fácilmente, disminuyendo el número de repasos de manera considerable.

En segundo lugar, y todo hay que decirlo, con un poquito de entrenamiento conseguiremos memorizar casi al mismo tiempo que leemos, pues desarrollaremos nuestra capacidad para crear «vídeo mental», es decir, leeremos la información con tal velocidad y precisión que nos parecerá que estamos viendo una película en el cine, y ¿verdad que se nos quedaría mucho mejor dicha información si la viésemos en forma de película que leyéndola en un libro? (Consultar el manual de Cómo conseguir una memoria prodigiosa de nuestro blog (http://psico-fitoterapias.blogspot.com.es/2013/04/manual-sobre-como-conseguir-una-memoria.html)).

Ganaremos en entusiasmo y en concentración, pues nos animará el ver cómo vamos avanzando rápidamente y con seguridad por el texto que estamos leyendo, al tiempo que disfrutamos con nuestra sensación de vídeo mental.

Por otra parte, el lector rápido capta más fácilmente el resultado final de la información, entendiendo mucho mejor lo que está leyendo.


MEJORAR LA LECTURA

Comprensión

El primer aspecto de la lectura que se puede mejorar es la comprensión. La comprensión depende de lo que ya sabe el lector, de lo que es capaz de proyectar y de los datos que proporciona el texto.

Un vocabulario amplio es fundamental para una buena comprensión. El encontrarse con palabras desconocidas o de significado poco claro es el principal inconveniente, por eso en el apartado sobre la disposición del material ya indicamos la necesidad de tener siempre a mano un diccionario. Éste nos ayudará a superar en el momento el problema y al mismo tiempo nos ayudará a ir ampliando nuestro vocabulario.

Hay que advertir que siempre se debe tener en cuenta el contexto para comprender bien lo que el autor nos quiere decir, sobre todo si tenemos en cuenta que casi todas las palabras tienen varias acepciones.

La comprensión se mejora también estando atentos a la estructura del texto. A la vez que leemos, debemos localizar las frases fundamentales, las secundarias y captar el hilo argumentativo.

Por último, debemos prestar especial atención a determinadas palabras que actúan como señales indicadoras en el texto. No las debemos pasar por alto.

Pueden ser expresiones como «lo más importante», «fundamentalmente», «concluyendo», «en resumen», etcétera, que nos facilitan la localización de las ideas esenciales, ante las que nos detendremos con más atención.

Otro tipo de señales son los términos del tipo «pero», «sin embargo», «no obstante», «en consecuencia», etcétera que nos llaman la atención sobre un avance o un giro en la argumentación.


VELOCIDAD

La segunda mejora que podemos emprender afecta a nuestra velocidad de lectura.

La mayoría de los estudiantes de enseñanzas medias y universitarias lee a una velocidad en torno a las 200 palabras por minuto. Sin embargo, es fácil aumentar esta velocidad hasta las 250, y a partir de ahí podemos progresar hasta las 400, 500 e incluso 1000 palabras por minuto.

Para calcular tu velocidad lectora cronometra los segundos que tardas en leer el fragmento que a continuación transcribimos de la narración La Biblioteca de Babel, de Jorge Luis Borges. Lee el texto rápido, pero sin perder el hilo del sentido. Después realiza la siguiente operación:

400 x 60 = tu velocidad = tu tiempo


TÉCNICA

Para que las técnicas que explicamos seguidamente resulten eficaces hay que practicarlas diariamente durante al menos unos 20 minutos y durante tres o cuatro semanas.

Por descontado, estas prácticas no deben hacerse durante las horas de estudio, sino que aprovecharemos los diarios, revistas y novelas para entrenarnos en la lectura rápida.

  • Leer la parte superior de las grafías

Se trata de adiestrar la vista para que reduzca su campo de atención y, por tanto, el tiempo que tarda en reconocer los signos. Se puede leer un texto mirando sólo la mitad superior de los renglones:

  • Suprimir los espacios en blanco

Al leer hacemos un barrido con la vista que suele comenzar antes de la primera letra del renglón y terminar después de la última. Es decir, empezamos y terminamos con espacios en blanco. El barrido debe empezar por la tercera o cuarta letra de la palabra y terminar antes de la última letra:

  • Reducir fijaciones

Al leer, los ojos fijan la atención en el texto dando pequeños saltos. Debido al modo como aprendimos a leer (primero uniendo una letra con otra, luego una sílaba con otra), nos hemos acostumbrado a pararnos demasiado.

La mayoría de la gente se fija en cada palabra; sin embargo es posible fijarse en dos o tres palabras a la vez, como si las captáramos desde más lejos.

Una forma de adquirir este hábito es la lectura en zigzag, que consiste en leer la primera y la última palabra de cada renglón, pasando la vista por la línea de un solo salto.

En este tipo de lectura de habituamiento no es necesario captar el sentido del texto, y si lo practicamos cada día con unas cuantas páginas, enseguida comprobaremos los resultados.

  • Variar los ritmos de lectura

Seleccionaremos tres páginas de un libro de la misma extensión y leeremos la primera a la máxima velocidad posible sin preocuparnos de la comprensión. La segunda la leeremos lo más rápido posible, pero intentando captar de qué trata el texto. La tercera la leeremos a la velocidad que nos resulte más cómoda.

Anotaremos en cada caso lo que hemos tardado y, repitiendo la técnica durante unos días, veremos cómo va aumentando nuestra velocidad.

  • Leer con saltos

Para aplicar correctamente nuestra técnica de lectura, los ojos deben avanzar mediante una serie de saltos muy rápidos, haciendo paradas reales en cada uno de los pupos de palabras (de un mismo renglón) que vamos a fotografiar, las cuales deben oscilar entre 0,25 y 0,75 segundos.

Las pausas o paradas, es decir, las fotografías, deben hacerse sobre grupos que comprendan entre 4 y 6 palabras. De hecho, cuando leemos una frase no nos interesa el significado individual de cada una de sus palabras, sino el significado de todo el conjunto de dicha frase a la vez.

Por ejemplo, si yo digo:

«El canario salta y canta en su jaula»

Esta expresión nos informa de una escena cuya acción podemos ver en su globalidad, y que vista así nos ayudará a su retención, pues lo que nos interesa es el significado que tiene la frase completa, en su conjunto, y no el de cada palabra por separado: «El... canario... salta... y... canta... en... su... jaula...»???

  • Reducir las fijaciones de los ojos

Aunque no nos demos cuenta, cuando leemos vamos fijando (parando) los ojos en cada palabra, y dentro de ella en cada letra.

Hay que tratar de ir ampliando el campo de visión: de una letra pasar a varias letras, luego a una palabra, y después a varias palabras. Con una fijación de la vista se puede llegar a leer hasta tres palabras a la vez.

Los ojos deben realizar un movimiento suave, continuo, y no una sucesión de breves paradas. Es un aprendizaje complicado pero que con la práctica se consigue.


  • Las ideas principales

Un buen lector ha de desarrollar la habilidad de distinguir las partes más importantes de un texto así como las más difíciles, para distribuir su esfuerzo y su tiempo de manera adecuada y para memorizar sólo lo esencial.


Por lo general, la idea principal de un texto es aquella que expresa la esencia del contenido del mismo (resume lo dicho), o aquella que sirve de causa principal para el desarrollo de los hechos o ideas de los que trata el texto (provoca lo dicho).


  • Tener claros los conceptos o palabras claves

Al final de la lectura se buscarán en el diccionario las palabras que no se hayan entendido. En lugar de ir interrumpiendo la lectura cada vez que aparece una palabra que no se entiende, es preferible anotarlas en un papel y al final de la lectura buscarlas en un diccionario.




Las ideas secundarias

Son, con frecuencia, ideas que complementan a las principales proveyéndonos de más información accesoria pero válida. Las secundarias preparan el camino a las principales, les sirven de contexto y contribuyen a desarrollar o a explicar su contenido. De este modo se facilita su comprensión. A menudo sirven de enlace entre varias ideas principales, relacionándolas.

El lector más lento tiene que ir sumando sucesivamente (lo hace de manera inconsciente) el significado de cada palabra al de la siguiente, hasta encontrar un sentido a lo que va leyendo, con la correspondiente merma en su rapidez de lectura y en su concentración. También sentirá un cansancio prematuro, causado por realizar seis veces más fijaciones con la vista sobre el texto, así como por ese esfuerzo inconsciente que hace, y al que antes aludía, al tener que retener las palabras aisladas en su memoria hasta que va uniéndolas y formando con ellas un significado, lo cual le producirá además cierta tensión mental.

Si retomamos otra vez la frase anterior: «El canario salta y canta en su jaula», y la leemos palabra a palabra, de izquierda a derecha (como suele leer todo el mundo), observad cómo ciertamente hay que realizar un esfuerzo subconsciente de memorización para poder recordar todas las palabras que vamos leyendo. Fíjate en que si cuando vamos por «salta» ya no nos acordásemos de que nos estamos refiriendo a un «canario», no podríamos retener el significado completo de la frase, y por tanto no sabríamos qué información nos transmite. ¿Cómo podríamos ir memorizando así de una manera eficaz?

Esta es una frase corta y fácil de recordar, pero en frases más largas y en textos más amplios, es evidente que nos podríamos perder (y de hecho es seguro que tarde o temprano nos perderíamos), desconcentrándonos y posiblemente incluso olvidándonos de lo que estamos leyendo. Se lo pondremos así muy fácil a nuestra mente para que se ausente y se marche a otro sitio.

Este pequeño esfuerzo de memorización inconsciente al que antes aludía podría parecerle a algún estudiante que no tiene demasiada importancia, pero cuando estamos leyendo frase tras frase, durante horas y durante días, ese pequeño esfuerzo se transformará en otro mucho mayor, el cual dificultará claramente la memorización de nuestros temas.

Mientras leemos, al menos hasta coger la suficiente experiencia y soltura, deberemos ir apuntando con un bolígrafo. El bolígrafo, u otro apoyo visual similar, nos ayudará a fijarnos con precisión en el grupo de palabras que queremos leer o fotografiar, así como a llevar un ritmo más regular y preciso sobre los renglones.

A algún lector quizá le pueda parecer que no es natural ir señalando en el texto con un bolígrafo, pero yo le digo que sí. Desde que empezamos a leer, cuando éramos pequeños, nuestro instinto ya buscaba un apoyo y este era normalmente el dedo. Al igual que se apunta, en un arma de precisión, con sus elementos de puntería, es mucho mejor contar con un apoyo visual al leer (pues así facilitaremos la actividad de los ojos) que mover simplemente la vista en el aire de forma imprecisa y «tratando de encontrar las palabras o los renglones».

Desde luego que esto es algo fundamental si queremos aprender a leer de forma rápida y segura. No es que no se pueda o no se deba leer sin un apoyo visual, sino que sin él nos moveremos más lentos, de forma más imprecisa, y tendremos que hacer un esfuerzo mayor. Aparte, nos costará mucho más tiempo y trabajo adquirir la destreza suficiente en esta técnica, con el desencanto que ello puede suponer para los que se queden a mitad de camino.

Mientras leemos no debemos intentar hablar, ni siquiera mover los labios con esa intención, aunque sea mínimamente, pues solo con-seguiríamos frenar nuestra velocidad de lectura. Además, nuestra concentración y nuestro pensamiento deben estar en intentar imaginar o visualizar- lo que vamos leyendo, como si se tratase de una película. Este es uno de los secretos más importantes.

El texto que estemos leyendo deberá estar bien colocado horizontalmente y no torcido (tal y como se coloca cuando se escribe), para facilitar así el rápido movimiento de los ojos. Por otra parte, deja-remos una distancia de al menos 30 centímetros con respecto a nuestros ojos.

Las VENTAJAS más importantes con que nos encontraremos a la hora de leer correctamente son las siguientes:

      Esta técnica de lectura nos ayudará a mejorar nuestra sensación de «vídeo mental», que es sin duda una de las mejores armas de las que disponemos para memorizar.

      La ganancia de tiempo con una buena técnica es monumental. Sería como comparar el viajar en un automóvil a 100-200 km/hora (o hablando de velocidad de lectura a su equivalente: 100-200 palabras/minuto) con desplazarnos en un avión supersónico a más de 1000 km/hora (que sería el equivalente a leer a más de 1000 palabras/minuto).

Leer tan deprisa es posible porque la velocidad mental que tenemos para ir reteniendo los datos de cualquier información que percibimos es en sí muy superior a la velocidad de lectura propiamente dicha. Podemos leer a 1.000 palabras/minuto, pero podemos captar, viendo una película en el cine, una información equivalente a unas 60.000 palabras/minuto, tal y como he demostrado muchas veces, y encima con mucha mayor nitidez aún.

Por ser nuestra velocidad de lectura muy inferior a la que tiene nuestra mente para registrar datos, leer lento nos supondrá una clara ralentización del proceso de memorización. Por todo ello, la velocidad de lectura debe ser mejorada al máximo en la medida de lo posible.

Pero ¿es cierto que nuestra mente puede recibir una información equivalente a 60.000 palabras/minuto y a la vez enterarse de algo?

Por supuesto que sí. Permíteme que intente demostrártelo a continuación.

Por ejemplo:

Si en una película vemos que van a asesinar por detrás, con un gran cuchillo, a un hombre vestido con un traje negro que está apoyado en la barandilla de un barco, una noche de luna llena...

Nuestra absorción mental es tan rápida que nos hacemos cargo de toda esa información en menos de un segundo, con total nitidez y con multitud de detalles: el reflejo del cuchillo, el silencio ambiental, las luces y las sombras, las estaturas aproximadas y otros rasgos físicos de los personajes, la velocidad de los movimientos, músicas o ruidos de fondo, etc., y para describir todo lo que hemos podido visualizar en ese segundo emplearíamos alrededor de unas mil palabras.

Vamos tan sobrados en este proceso que hasta incluso podremos adelantarnos con toda facilidad a los posibles acontecimientos de la siguiente escena:

«¿Será finalmente asesinado este hombre?», o sentir y pensar algo así como: «Muévete, hombre, que te van a matar» (suponiendo que el personaje nos caiga bien, claro).

En una escena de vídeo captamos, por tanto, una información equivalente a unas 60.000-80.000 palabras por minuto, es decir, este número de palabras es en definitiva la cantidad de ellas que tendríamos que expresar para describir perfectamente una escena de un minuto de duración y, en teoría, esta sería la máxima velocidad a la que podría-mos leer, algo que en la práctica se nos queda muy por encima de la realidad.

Con estas velocidades cósmicas de captación de datos a través del vídeo mental que todos poseemos, y cuya máxima expresión viene dada cuando vemos escenas de una película (además, podemos incluso sufrir, sentir miedo, emoción, etc.), toda la información que captamos en un solo segundo de dicha película cubriría, si se tratase de escritura, aproximadamente la página entera de un libro.

Compárese lo poco que tardamos en ver una película (unas 2 horas) y lo bien que se nos queda la información que nos transmite, con lo que tardaríamos en leerla en un libro, y eso que en los libros siempre habrá mucha menos información que en la película de cine, además no hay músicas ni nada por el estilo, por no hablar del interés, de la concentración y de otras motivaciones que siempre serán muy superiores en la visualización de la película de cine.

Se ralentiza tanto el proceso de asimilación de datos al leerlos en un texto que luego le costará mucho trabajo a nuestra mente subconsciente el poder entrelazarlos entre sí para entender y digerir toda la información que nos transmite cada página escrita.

Por ello insisto en que leer rápido y bien será muy parecido a ver una película en el cine, con todas las ventajas que ello conlleva. La mente entrenada de un lector rápido tiene tal rapidez en el proceso de datos que creará por fuerza una serie de imágenes, o cuando menos de sensaciones, como único modo de poder digerir tanta información por unidad de tiempo, pues no podría hacerlo de otra forma, esto es, sin imágenes. Esta sensación es fantástica y la denomino «Vídeo mental».

Pero ahora te pondré las pegas, discúlpame. Para que un ávido lector pueda crear en su mente ese vídeo mental necesitará dos cosas:
a)      La rapidez de lectura necesaria (al menos de 800 ó 900 palabras/minuto) para que reciba una información que contenga la suficiente cantidad de datos. De esta manera, la mente sub-consciente se verá obligada a crear imágenes para poder procesar tal cantidad de información.

b)      Una mente entrenada y desperezada, para que pueda asimilar la rápida entrada de tanta información y crear así esas imágenes, flashes o sensaciones (dependiendo del tipo de texto que sea el que se está leyendo).

Se trata de «desperezar» su mente y que esta se abra en pocos minutos para recibir y asimilar tal cantidad de información, pues en caso contrario leerían sin enterarse absolutamente de nada. Alguno de ellos llega realmente a «alucinar en colores» cuando de repente es capaz de ver, sentir y oír, de manera inconsciente y automática, la información de los textos que les doy para que lean. Por desgracia para el afortunado alumno, esa excitación lo desconcentra y de repente pierde las imágenes que tanta ilusión le hacían. Después lee obcecado en recuperar esa video-sensación, pero si la quieres conseguir a lo bruto no puedes hacerlo. Solo vuelve cuando te relajas y recuperas tu técnica. Estimo que, con una velocidad de match I (unas 1.200 palabras/minuto) y con un poquito de práctica, no debe haber ninguna dificultad en conseguir esa sensación de vídeo mental.

Entre los ejercicios se pueden mencionar los siguientes:

1.- Localizar dentro de un texto una palabra preseleccionada previamente. Por ejemplo: en un artículo deportivo sobre fútbol tratar de localizar la palabra "delantero". Hay que hacerlo rápidamente y luego chequear que se han localizado todas.

2.- Localizar informaciones específicas dentro de un texto. Por ejemplo, en un artículo periodístico sobre política localizar rápidamente los nombres de todos los partidos políticos mencionados. Luego chequear el resultado.

Otro ejercicio consistiría en mover los ojos (esta vez sin apoyo visual) sobre el texto anterior. Hazlo de manera horizontal, vertical y diagonal, pero siempre hacia abajo.

Mezcla los tres movimientos e intenta captar grupos de palabras lo más amplios posible. Los ojos ganarán en precisión e independencia.

Intenta coger ahora grupos de palabras de varios renglones contiguos a la vez. Empieza por dos, fotografíalos un instante y acto seguido retira la vista del libro e intenta reproducir mentalmente y con exactitud las palabras que componen cada uno de los renglones, aunque sean palabras sueltas a las que no puedas sacarles ningún significado.

Con este ejercicio pretendo que tu visión periférica aumente también a lo alto, es decir, de arriba hacia abajo, pues a lo ancho ya la estamos trabajando continuamente.

NOTA: No te preocupes demasiado por las palabras cortas de enlace, estilo: «de», «un», «a» y otras similares, que muy pocas veces sirven para algo. Mucho menos debes preocuparte por las comas y por los puntos.

Tanto estos signos de puntuación, como las palabras de enlace antes mencionadas, nunca podremos visualizarlas en nuestra mente, sencillamente porque no existe esa posibilidad. Yo puedo ver «un canario amarillo», pero lo que veo realmente es la imagen de «canario amarillo», solamente su imagen y su color, no veo «un», «a», «de», etc.

¿Verdad que si visionamos una película en el cine tampoco vemos esas palabras de enlace, ni las comas o los puntos? Y sin embargo, ello no es ningún obstáculo para que nos enteremos perfectamente de la trama de dicha película.


Atención:

a)      Si consideras que vas demasiado rápido y que no te enteras muy bien de lo que estás leyendo, sencillamente procede a bajar un poco tu velocidad de lectura.
b)      Si piensas que puedes ir más deprisa, porque te sientes cómo-do con el ritmo que llevas, pues vuelve a subirla, pero sin tener ningún tipo de miedo. Dosifícate tú mismo según te vayas viendo, pero no dudes en experimentar con los cambios de velocidad que creas necesarios.

No te olvides de que tienes que intentar «SENTIR» y «VER» mentalmente lo que vas leyendo. Sería algo así como forzar la aparición del vídeo mental, que, por cierto, no es lo mismo que leer el texto y después intentar repasarlo mentalmente viendo sus imágenes (algo que, por otra parte, tampoco está nada mal y es también un buen ejercicio). La sensación de vídeo mental corre paralela a la información que vas leyendo, sucede a la vez, como ver la susodicha película en el cine.

En un folio de papel, y según el tamaño de renglón que vamos a utilizar, nos quedaría libre en su parte derecha 1/3 de su ancho, aproximadamente, espacio que aprovecharemos para escribir las asociaciones inverosímiles de los datos puros que vayamos encontrando.

Recuerda que para que el movimiento del bolígrafo sea correcto tienes que realizarlo:
      Raso (muy cercano al papel).
      Muy veloz entre los saltos.
      Parando aproximadamente medio segundo en cada parte del renglón marcada con el símbolo «()». Por ejemplo:
     
«Un día muy () soleado del mes de agosto había () en un parque de».

         No te hipnotices mirando la punta del bolígrafo, sino que debes
usar tu visión periférica para abarcar medio renglón cada vez, en cada uno de los saltos. El bolígrafo es una ayuda importante que está ahí, pero el secreto es que, a la vez, intentes olvidarte de él, como si no estuviese.

 La lectura rápida predispone a prestar más atención, haciendo que sea un tiempo de estudio más provechoso.

Hay que tratar de aproximar la velocidad de lectura a la velocidad del pensamiento (la velocidad del pensamiento suele ser entre 3 y 5 veces más rápida que la de lectura).


DEFECTOS

Los DEFECTOS más importantes que nos encontramos con prácticamente cualquier persona a la hora de leer son:

a)      Seguir linealmente las palabras sin hacer pausas para verlas
un instante. Con ello sucede que no se puede captar bien la información de lo que se lee, pues si un objeto está estático, como en este caso sucede con los renglones, también el ojo debe estarlo para poder percibirlo con nitidez. ¿Verdad que no podemos fotografiar adecuadamente con una cámara de fotos un objeto estático si nos estamos moviendo nosotros?


Con nuestra técnica de lectura fotográfica sucede igual. Tenemos " que ver un conjunto de palabras a la vez y «fotografiarlas» parando un instante sobre ellas. No debemos conformamos con pasar la vista por encima sin detenernos, es decir, de la forma como se lee habitual-mente, pues en este caso obtendríamos una imagen movida, difusa y desenfocada de las palabras, no pudiendo verlas adecuadamente.

         b)      Leer a baja velocidad. La velocidad media de lectura es de 200
palabras/minuto aproximadamente, lo cual nos hace:
      Perder tiempo.
      Perder concentración.
      Dificulta la retención, ya que los datos van muy espaciados entre sí.

Por otro lado, hay muchos estudiantes que, con su leer errático (continuamente están volviendo hacia atrás, sobre cosas ya leídas), obtienen finalmente un ritmo inferior incluso a las 100 palabras/minuto.


¡ATENCIÓN!

      No leas de izquierda a derecha, sino todo el renglón a la vez, como si le hicieses una fotografía, y así, a base de saltos, vas evolucionando hacia abajo hasta acabar con todo el texto.

      Haz los saltos velozmente y realiza una breve parada de tiempo, un instante, en el renglón que estés leyendo (fotografiando) en ese momento.


      Emplea un apoyo visual. Puedes usar un bolígrafo o un lápiz, y vete marcando con él cada renglón que leas, para que tus ojos puedan dirigirse ahí con rapidez y precisión.

      Debes llevar un ritmo aproximado de lectura de dos renglones por segundo. No te asustes, pues verás que es un ritmo realmente sencillo de llevar.

      Lee primero el texto varias veces seguidas, hasta que puedas ir «viendo» en tu mente lo que vas leyendo. Esta sensación se llama «vídeo mental» y, aparte de tener un efecto muy agradable, produce que el texto se nos quede memorizado antes y mejor. También te ayudará a que estés más concentrado.

      Léelo cada vez más rápido. Cuando lo domines y puedas «ver» en tu mente lo que vas leyendo.


Cuando leemos solemos incurrir de forma inconsciente en ciertos vicios que ralentizan considerablemente nuestra velocidad de lectura. Estos malos vicios son: 

1.- Leer palabra por palabra: Es la forma que aprendimos de pequeño. Lo leemos todo, sustantivos, verbos, adjetivos, y también artículos, conjunciones y preposiciones, con independencia de que algunas de estas palabras apenas aporten información. 

Por ejemplo: "El colegio de mi hermana está cerca de mi casa" Al leer esta frase iremos leyendo todas sus palabras.

2.- Subvocalización: Al leer tendemos a ir pronunciando las palabras, ya sea moviendo los labios o mentalmente. El pronunciar mientras se lee puede reducir la velocidad de lectura hasta en un 50%. Hay que aprender a reconocer la palabra por su aspecto y no por su pronunciación.

3.- Evitar releer. No se debe volver la vista atrás bajo ningún concepto, aunque pensemos que algo se nos ha podido escapar. Con la práctica nos habituaremos a poner la máxima atención en la lectura, evitando de este modo perder información.
Si no se comprende bien el texto es preferible darle una segunda lectura completa que ir constantemente releyendo. Se puede utilizar un lápiz para señalar por donde va uno leyendo y evitar de este modo saltos de línea.


En definitiva, el estudiante y/o lector debe tratar de mejorar su velocidad de lectura pero sin comprometer una buena comprensión del texto (puede perder algún detalle, pero nunca información esencial).



Autora: Mª Teresa Pérez Marín

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