¿POR
QUÉ ES IMPORTANTE APRENDER A LEER CORRECTAMENTE?
En primer lugar, una
buena técnica de lectura será, sin duda alguna, una inversión de tiempo por
partida doble, es decir, nos permitirá desarrollar una velocidad de lectura muy
superior a la acostumbrada (3 ó 4 veces mayor por lo menos) y también nos
posibilitará el hecho de que seamos capaces de memorizar la información que
vamos leyendo más fácilmente, disminuyendo el número de repasos de manera
considerable.
En segundo lugar, y
todo hay que decirlo, con un poquito de entrenamiento conseguiremos memorizar
casi al mismo tiempo que leemos, pues desarrollaremos nuestra capacidad para
crear «vídeo mental», es decir, leeremos la información con tal velocidad y
precisión que nos parecerá que estamos viendo una película en el cine, y
¿verdad que se nos quedaría mucho mejor dicha información si la viésemos en
forma de película que leyéndola en un libro? (Consultar el manual de Cómo
conseguir una memoria prodigiosa de nuestro blog (http://psico-fitoterapias.blogspot.com.es/2013/04/manual-sobre-como-conseguir-una-memoria.html)).
Ganaremos en entusiasmo
y en concentración, pues nos animará el ver cómo vamos avanzando rápidamente y
con seguridad por el texto que estamos leyendo, al tiempo que disfrutamos con
nuestra sensación de vídeo mental.
Por otra parte, el
lector rápido capta más fácilmente el resultado final de la información,
entendiendo mucho mejor lo que está leyendo.
MEJORAR
LA LECTURA
Comprensión
El primer aspecto de la
lectura que se puede mejorar es la comprensión. La comprensión depende de lo
que ya sabe el lector, de lo que es capaz de proyectar y de los datos que
proporciona el texto.
Un vocabulario amplio
es fundamental para una buena comprensión. El encontrarse con palabras
desconocidas o de significado poco claro es el principal inconveniente, por eso
en el apartado sobre la disposición del material ya indicamos la necesidad de
tener siempre a mano un diccionario. Éste nos ayudará a superar en el momento
el problema y al mismo tiempo nos ayudará a ir ampliando nuestro vocabulario.
Hay que advertir que
siempre se debe tener en cuenta el contexto para comprender bien lo que el
autor nos quiere decir, sobre todo si tenemos en cuenta que casi todas las
palabras tienen varias acepciones.
La comprensión se
mejora también estando atentos a la estructura del texto. A la vez que leemos,
debemos localizar las frases fundamentales, las secundarias y captar el hilo
argumentativo.
Por último, debemos
prestar especial atención a determinadas palabras que actúan como señales
indicadoras en el texto. No las debemos pasar por alto.
Pueden ser expresiones
como «lo más importante», «fundamentalmente», «concluyendo», «en resumen»,
etcétera, que nos facilitan la localización de las ideas esenciales, ante las
que nos detendremos con más atención.
Otro tipo de señales
son los términos del tipo «pero», «sin embargo», «no obstante», «en consecuencia»,
etcétera que nos llaman la atención sobre un avance o un giro en la
argumentación.
VELOCIDAD
La segunda mejora que
podemos emprender afecta a nuestra velocidad de lectura.
La mayoría de los
estudiantes de enseñanzas medias y universitarias lee a una velocidad en torno
a las 200 palabras por minuto. Sin embargo, es fácil aumentar esta velocidad
hasta las 250, y a partir de ahí podemos progresar hasta las 400, 500 e incluso
1000 palabras por minuto.
Para calcular tu
velocidad lectora cronometra los segundos que tardas en leer el fragmento que a
continuación transcribimos de la narración La Biblioteca de Babel, de Jorge
Luis Borges. Lee el texto rápido, pero sin perder el hilo del sentido. Después
realiza la siguiente operación:
400 x 60 = tu velocidad
= tu tiempo
TÉCNICA
Para que las técnicas
que explicamos seguidamente resulten eficaces hay que practicarlas diariamente
durante al menos unos 20 minutos y durante tres o cuatro semanas.
Por descontado, estas
prácticas no deben hacerse durante las horas de estudio, sino que aprovecharemos
los diarios, revistas y novelas para entrenarnos en la lectura rápida.
- Leer la parte superior de las grafías
Se trata de adiestrar
la vista para que reduzca su campo de atención y, por tanto, el tiempo que
tarda en reconocer los signos. Se puede leer un texto mirando sólo la mitad
superior de los renglones:
- Suprimir los espacios en blanco
Al leer hacemos un
barrido con la vista que suele comenzar antes de la primera letra del renglón y
terminar después de la última. Es decir, empezamos y terminamos con espacios en
blanco. El barrido debe empezar por la tercera o cuarta letra de la palabra y
terminar antes de la última letra:
- Reducir fijaciones
Al leer, los ojos fijan
la atención en el texto dando pequeños saltos. Debido al modo como aprendimos a
leer (primero uniendo una letra con otra, luego una sílaba con otra), nos hemos
acostumbrado a pararnos demasiado.
La mayoría de la gente
se fija en cada palabra; sin embargo es posible fijarse en dos o tres palabras
a la vez, como si las captáramos desde más lejos.
Una forma de adquirir
este hábito es la lectura en zigzag, que consiste en leer la primera y la última
palabra de cada renglón, pasando la vista por la línea de un solo salto.
En este tipo de lectura
de habituamiento no es necesario captar el sentido del texto, y si lo practicamos
cada día con unas cuantas páginas, enseguida comprobaremos los resultados.
- Variar los ritmos de lectura
Seleccionaremos tres
páginas de un libro de la misma extensión y leeremos la primera a la máxima
velocidad posible sin preocuparnos de la comprensión. La segunda la leeremos lo
más rápido posible, pero intentando captar de qué trata el texto. La tercera la
leeremos a la velocidad que nos resulte más cómoda.
Anotaremos en cada caso
lo que hemos tardado y, repitiendo la técnica durante unos días, veremos cómo
va aumentando nuestra velocidad.
- Leer con saltos
Para aplicar
correctamente nuestra técnica de lectura, los ojos deben avanzar mediante una
serie de saltos muy rápidos, haciendo paradas reales en cada uno de los pupos
de palabras (de un mismo renglón) que vamos a fotografiar, las cuales deben
oscilar entre 0,25 y 0,75 segundos.
Las pausas o paradas,
es decir, las fotografías, deben hacerse sobre grupos que comprendan entre 4 y
6 palabras. De hecho, cuando leemos una frase no nos interesa el significado
individual de cada una de sus palabras, sino el significado de todo el conjunto
de dicha frase a la vez.
Por ejemplo, si yo
digo:
«El canario salta y
canta en su jaula»
Esta expresión nos
informa de una escena cuya acción podemos ver en su globalidad, y que vista así
nos ayudará a su retención, pues lo que nos interesa es el significado que
tiene la frase completa, en su conjunto, y no el de cada palabra por separado:
«El... canario... salta... y... canta... en... su... jaula...»???
- Reducir las fijaciones de los ojos
Aunque no nos demos cuenta, cuando leemos vamos fijando
(parando) los ojos en cada palabra, y dentro de ella en cada letra.
Hay que tratar de ir
ampliando el campo de visión: de una letra pasar a varias letras, luego a una
palabra, y después a varias palabras. Con una fijación de la vista se puede
llegar a leer hasta tres palabras a la vez.
Los ojos deben realizar
un movimiento suave, continuo, y no una sucesión de breves paradas. Es un
aprendizaje complicado pero que con la práctica se consigue.
- Las ideas principales
Un buen lector ha de
desarrollar la habilidad de distinguir las partes más importantes de un texto
así como las más difíciles, para distribuir su esfuerzo y su tiempo de manera
adecuada y para memorizar sólo lo esencial.
Por lo general, la idea
principal de un texto es aquella que expresa la esencia del contenido del mismo
(resume lo dicho), o aquella que sirve de causa principal para el desarrollo de
los hechos o ideas de los que trata el texto (provoca lo dicho).
- Tener claros los conceptos o palabras claves
Al final de la
lectura se buscarán en el diccionario las palabras que no se hayan entendido.
En lugar de ir interrumpiendo la lectura cada vez que aparece una palabra que
no se entiende, es preferible anotarlas en un papel y al final de la lectura
buscarlas en un diccionario.
Las
ideas secundarias
Son, con frecuencia,
ideas que complementan a las principales proveyéndonos de más información
accesoria pero válida. Las secundarias preparan el camino a las principales,
les sirven de contexto y contribuyen a desarrollar o a explicar su contenido.
De este modo se facilita su comprensión. A menudo sirven de enlace entre varias
ideas principales, relacionándolas.
El lector más lento
tiene que ir sumando sucesivamente (lo hace de manera inconsciente) el
significado de cada palabra al de la siguiente, hasta encontrar un sentido a lo
que va leyendo, con la correspondiente merma en su rapidez de lectura y en su
concentración. También sentirá un cansancio prematuro, causado por realizar
seis veces más fijaciones con la vista sobre el texto, así como por ese
esfuerzo inconsciente que hace, y al que antes aludía, al tener que retener las
palabras aisladas en su memoria hasta que va uniéndolas y formando con ellas un
significado, lo cual le producirá además cierta tensión mental.
Si retomamos otra vez
la frase anterior: «El canario salta y canta en su jaula», y la leemos palabra
a palabra, de izquierda a derecha (como suele leer todo el mundo), observad
cómo ciertamente hay que realizar un esfuerzo subconsciente de memorización
para poder recordar todas las palabras que vamos leyendo. Fíjate en que si
cuando vamos por «salta» ya no nos acordásemos de que nos estamos refiriendo a
un «canario», no podríamos retener el significado completo de la frase, y por
tanto no sabríamos qué información nos transmite. ¿Cómo podríamos ir
memorizando así de una manera eficaz?
Esta es una frase corta
y fácil de recordar, pero en frases más largas y en textos más amplios, es
evidente que nos podríamos perder (y de hecho es seguro que tarde o temprano
nos perderíamos), desconcentrándonos y posiblemente incluso olvidándonos de lo
que estamos leyendo. Se lo pondremos así muy fácil a nuestra mente para que se
ausente y se marche a otro sitio.
Este pequeño esfuerzo
de memorización inconsciente al que antes aludía podría parecerle a algún
estudiante que no tiene demasiada importancia, pero cuando estamos leyendo
frase tras frase, durante horas y durante días, ese pequeño esfuerzo se
transformará en otro mucho mayor, el cual dificultará claramente la
memorización de nuestros temas.
Mientras leemos, al
menos hasta coger la suficiente experiencia y soltura, deberemos ir apuntando
con un bolígrafo. El bolígrafo, u otro apoyo visual similar, nos ayudará a
fijarnos con precisión en el grupo de palabras que queremos leer o fotografiar,
así como a llevar un ritmo más regular y preciso sobre los renglones.
A algún lector quizá le
pueda parecer que no es natural ir señalando en el texto con un bolígrafo, pero
yo le digo que sí. Desde que empezamos a leer, cuando éramos pequeños, nuestro
instinto ya buscaba un apoyo y este era normalmente el dedo. Al igual que se
apunta, en un arma de precisión, con sus elementos de puntería, es mucho mejor
contar con un apoyo visual al leer (pues así facilitaremos la actividad de los
ojos) que mover simplemente la vista en el aire de forma imprecisa y «tratando
de encontrar las palabras o los renglones».
Desde luego que esto es
algo fundamental si queremos aprender a leer de forma rápida y segura. No es
que no se pueda o no se deba leer sin un apoyo visual, sino que sin él nos
moveremos más lentos, de forma más imprecisa, y tendremos que hacer un esfuerzo
mayor. Aparte, nos costará mucho más tiempo y trabajo adquirir la destreza
suficiente en esta técnica, con el desencanto que ello puede suponer para los que
se queden a mitad de camino.
Mientras leemos no
debemos intentar hablar, ni siquiera mover los labios con esa intención, aunque
sea mínimamente, pues solo con-seguiríamos frenar nuestra velocidad de lectura.
Además, nuestra concentración y nuestro pensamiento deben estar en intentar
imaginar o visualizar- lo que vamos leyendo, como si se tratase de una
película. Este es uno de los secretos más importantes.
El texto que estemos
leyendo deberá estar bien colocado horizontalmente y no torcido (tal y como se
coloca cuando se escribe), para facilitar así el rápido movimiento de los ojos.
Por otra parte, deja-remos una distancia de al menos 30 centímetros con
respecto a nuestros ojos.
Las VENTAJAS más
importantes con que nos encontraremos a la hora de leer correctamente son las
siguientes:
— Esta técnica de lectura nos ayudará a
mejorar nuestra sensación de «vídeo mental», que es sin duda una de las mejores
armas de las que disponemos para memorizar.
— La ganancia de tiempo con una buena
técnica es monumental. Sería como comparar el viajar en un automóvil a 100-200
km/hora (o hablando de velocidad de lectura a su equivalente: 100-200
palabras/minuto) con desplazarnos en un avión supersónico a más de 1000 km/hora
(que sería el equivalente a leer a más de 1000 palabras/minuto).
Leer tan deprisa es
posible porque la velocidad mental que tenemos para ir reteniendo los datos de
cualquier información que percibimos es en sí muy superior a la velocidad de
lectura propiamente dicha. Podemos leer a 1.000 palabras/minuto, pero podemos
captar, viendo una película en el cine, una información equivalente a unas
60.000 palabras/minuto, tal y como he demostrado muchas veces, y encima con
mucha mayor nitidez aún.
Por ser nuestra
velocidad de lectura muy inferior a la que tiene nuestra mente para registrar
datos, leer lento nos supondrá una clara ralentización del proceso de
memorización. Por todo ello, la velocidad de lectura debe ser mejorada al
máximo en la medida de lo posible.
Pero ¿es cierto que
nuestra mente puede recibir una información equivalente a 60.000
palabras/minuto y a la vez enterarse de algo?
Por supuesto que sí.
Permíteme que intente demostrártelo a continuación.
Por ejemplo:
Si en una película
vemos que van a asesinar por detrás, con un gran cuchillo, a un hombre vestido con
un traje negro que está apoyado en la barandilla de un barco, una noche de luna
llena...
Nuestra absorción
mental es tan rápida que nos hacemos cargo de toda esa información en menos de
un segundo, con total nitidez y con multitud de detalles: el reflejo del
cuchillo, el silencio ambiental, las luces y las sombras, las estaturas
aproximadas y otros rasgos físicos de los personajes, la velocidad de los
movimientos, músicas o ruidos de fondo, etc., y para describir todo lo que hemos
podido visualizar en ese segundo emplearíamos alrededor de unas mil palabras.
Vamos tan sobrados en
este proceso que hasta incluso podremos adelantarnos con toda facilidad a los
posibles acontecimientos de la siguiente escena:
«¿Será finalmente
asesinado este hombre?», o sentir y pensar algo así como: «Muévete, hombre, que
te van a matar» (suponiendo que el personaje nos caiga bien, claro).
En una escena de vídeo
captamos, por tanto, una información equivalente a unas 60.000-80.000 palabras
por minuto, es decir, este número de palabras es en definitiva la cantidad de
ellas que tendríamos que expresar para describir perfectamente una escena de un
minuto de duración y, en teoría, esta sería la máxima velocidad a la que
podría-mos leer, algo que en la práctica se nos queda muy por encima de la
realidad.
Con estas velocidades
cósmicas de captación de datos a través del vídeo mental que todos poseemos, y
cuya máxima expresión viene dada cuando vemos escenas de una película (además,
podemos incluso sufrir, sentir miedo, emoción, etc.), toda la información que
captamos en un solo segundo de dicha película cubriría, si se tratase de
escritura, aproximadamente la página entera de un libro.
Compárese lo poco que
tardamos en ver una película (unas 2 horas) y lo bien que se nos queda la
información que nos transmite, con lo que tardaríamos en leerla en un libro, y
eso que en los libros siempre habrá mucha menos información que en la película
de cine, además no hay músicas ni nada por el estilo, por no hablar del
interés, de la concentración y de otras motivaciones que siempre serán muy superiores
en la visualización de la película de cine.
Se ralentiza tanto el
proceso de asimilación de datos al leerlos en un texto que luego le costará
mucho trabajo a nuestra mente subconsciente el poder entrelazarlos entre sí
para entender y digerir toda la información que nos transmite cada página
escrita.
Por ello insisto en que
leer rápido y bien será muy parecido a ver una película en el cine, con todas
las ventajas que ello conlleva. La mente entrenada de un lector rápido tiene
tal rapidez en el proceso de datos que creará por fuerza una serie de imágenes,
o cuando menos de sensaciones, como único modo de poder digerir tanta
información por unidad de tiempo, pues no podría hacerlo de otra forma, esto
es, sin imágenes. Esta sensación es fantástica y la denomino «Vídeo mental».
Pero ahora te pondré
las pegas, discúlpame. Para que un ávido lector pueda crear en su mente ese
vídeo mental necesitará dos cosas:
a) La rapidez de lectura necesaria (al menos
de 800 ó 900 palabras/minuto) para que reciba una información que contenga la
suficiente cantidad de datos. De esta manera, la mente sub-consciente se verá
obligada a crear imágenes para poder procesar tal cantidad de información.
b) Una mente entrenada y desperezada, para
que pueda asimilar la rápida entrada de tanta información y crear así esas
imágenes, flashes o sensaciones (dependiendo del tipo de texto que sea el que
se está leyendo).
Se trata de
«desperezar» su mente y que esta se abra en pocos minutos para recibir y
asimilar tal cantidad de información, pues en caso contrario leerían sin
enterarse absolutamente de nada. Alguno de ellos llega realmente a «alucinar en
colores» cuando de repente es capaz de ver, sentir y oír, de manera
inconsciente y automática, la información de los textos que les doy para que
lean. Por desgracia para el afortunado alumno, esa excitación lo desconcentra y
de repente pierde las imágenes que tanta ilusión le hacían. Después lee
obcecado en recuperar esa video-sensación, pero si la quieres conseguir a lo
bruto no puedes hacerlo. Solo vuelve cuando te relajas y recuperas tu técnica.
Estimo que, con una velocidad de match I (unas 1.200 palabras/minuto) y con un
poquito de práctica, no debe haber ninguna dificultad en conseguir esa
sensación de vídeo mental.
Entre los ejercicios se
pueden mencionar los siguientes:
1.- Localizar dentro de
un texto una palabra preseleccionada previamente. Por ejemplo: en un artículo
deportivo sobre fútbol tratar de localizar la palabra "delantero".
Hay que hacerlo rápidamente y luego chequear que se han localizado todas.
2.- Localizar
informaciones específicas dentro de un texto. Por ejemplo, en un artículo
periodístico sobre política localizar rápidamente los nombres de todos los
partidos políticos mencionados. Luego chequear el resultado.
Otro ejercicio
consistiría en mover los ojos (esta vez sin apoyo visual) sobre el texto
anterior. Hazlo de manera horizontal, vertical y diagonal, pero siempre hacia
abajo.
Mezcla los tres
movimientos e intenta captar grupos de palabras lo más amplios posible. Los
ojos ganarán en precisión e independencia.
Intenta coger ahora
grupos de palabras de varios renglones contiguos a la vez. Empieza por dos,
fotografíalos un instante y acto seguido retira la vista del libro e intenta
reproducir mentalmente y con exactitud las palabras que componen cada uno de
los renglones, aunque sean palabras sueltas a las que no puedas sacarles ningún
significado.
Con este ejercicio
pretendo que tu visión periférica aumente también a lo alto, es decir, de
arriba hacia abajo, pues a lo ancho ya la estamos trabajando continuamente.
NOTA: No te preocupes
demasiado por las palabras cortas de enlace, estilo: «de», «un», «a» y otras
similares, que muy pocas veces sirven para algo. Mucho menos debes preocuparte
por las comas y por los puntos.
Tanto estos signos de
puntuación, como las palabras de enlace antes mencionadas, nunca podremos
visualizarlas en nuestra mente, sencillamente porque no existe esa posibilidad.
Yo puedo ver «un canario amarillo», pero lo que veo realmente es la imagen de
«canario amarillo», solamente su imagen y su color, no veo «un», «a», «de»,
etc.
¿Verdad que si
visionamos una película en el cine tampoco vemos esas palabras de enlace, ni
las comas o los puntos? Y sin embargo, ello no es ningún obstáculo para que nos
enteremos perfectamente de la trama de dicha película.
Atención:
a) Si consideras que vas demasiado rápido y
que no te enteras muy bien de lo que estás leyendo, sencillamente procede a
bajar un poco tu velocidad de lectura.
b) Si piensas que puedes ir más deprisa,
porque te sientes cómo-do con el ritmo que llevas, pues vuelve a subirla, pero
sin tener ningún tipo de miedo. Dosifícate tú mismo según te vayas viendo, pero
no dudes en experimentar con los cambios de velocidad que creas necesarios.
No te olvides de que
tienes que intentar «SENTIR» y «VER» mentalmente lo que vas leyendo. Sería algo
así como forzar la aparición del vídeo mental, que, por cierto, no es lo mismo
que leer el texto y después intentar repasarlo mentalmente viendo sus imágenes
(algo que, por otra parte, tampoco está nada mal y es también un buen ejercicio).
La sensación de vídeo mental corre paralela a la información que vas leyendo,
sucede a la vez, como ver la susodicha película en el cine.
En un folio de papel, y
según el tamaño de renglón que vamos a utilizar, nos quedaría libre en su parte
derecha 1/3 de su ancho, aproximadamente, espacio que aprovecharemos para
escribir las asociaciones inverosímiles de los datos puros que vayamos
encontrando.
Recuerda que para que
el movimiento del bolígrafo sea correcto tienes que realizarlo:
— Raso (muy cercano al papel).
— Muy veloz entre los saltos.
— Parando aproximadamente medio segundo en
cada parte del renglón marcada con el símbolo «()». Por ejemplo:
—
«Un día muy () soleado
del mes de agosto había () en un parque de».
No te hipnotices mirando la punta del bolígrafo, sino que
debes
usar tu visión
periférica para abarcar medio renglón cada vez, en cada uno de los saltos. El bolígrafo
es una ayuda importante que está ahí, pero el secreto es que, a la vez,
intentes olvidarte de él, como si no estuviese.
La lectura rápida predispone a prestar más
atención, haciendo que sea un tiempo de estudio más provechoso.
Hay que tratar de
aproximar la velocidad de lectura a la velocidad del pensamiento (la velocidad
del pensamiento suele ser entre 3 y 5 veces más rápida que la de lectura).
DEFECTOS
Los DEFECTOS más
importantes que nos encontramos con prácticamente cualquier persona a la hora
de leer son:
a) Seguir linealmente las palabras sin hacer
pausas para verlas
un instante. Con ello
sucede que no se puede captar bien la información de lo que se lee, pues si un
objeto está estático, como en este caso sucede con los renglones, también el
ojo debe estarlo para poder percibirlo con nitidez. ¿Verdad que no podemos
fotografiar adecuadamente con una cámara de fotos un objeto estático si nos
estamos moviendo nosotros?
Con nuestra técnica de
lectura fotográfica sucede igual. Tenemos " que ver un conjunto de palabras
a la vez y «fotografiarlas» parando un instante sobre ellas. No debemos
conformamos con pasar la vista por encima sin detenernos, es decir, de la forma
como se lee habitual-mente, pues en este caso obtendríamos una imagen movida,
difusa y desenfocada de las palabras, no pudiendo verlas adecuadamente.
b) Leer a baja
velocidad. La velocidad media de lectura es de 200
palabras/minuto
aproximadamente, lo cual nos hace:
— Perder tiempo.
— Perder concentración.
— Dificulta la retención, ya que los datos
van muy espaciados entre sí.
Por otro lado, hay
muchos estudiantes que, con su leer errático (continuamente están volviendo
hacia atrás, sobre cosas ya leídas), obtienen finalmente un ritmo inferior
incluso a las 100 palabras/minuto.
¡ATENCIÓN!
— No leas de izquierda a derecha, sino todo
el renglón a la vez, como si le hicieses una fotografía, y así, a base de
saltos, vas evolucionando hacia abajo hasta acabar con todo el texto.
— Haz los saltos velozmente y realiza una
breve parada de tiempo, un instante, en el renglón que estés leyendo (fotografiando)
en ese momento.
— Emplea un apoyo visual. Puedes usar un
bolígrafo o un lápiz, y vete marcando con él cada renglón que leas, para que
tus ojos puedan dirigirse ahí con rapidez y precisión.
— Debes llevar un ritmo aproximado de
lectura de dos renglones por segundo. No te asustes, pues verás que es un ritmo
realmente sencillo de llevar.
— Lee primero el texto varias veces seguidas,
hasta que puedas ir «viendo» en tu mente lo que vas leyendo. Esta sensación se
llama «vídeo mental» y, aparte de tener un efecto muy agradable, produce que el
texto se nos quede memorizado antes y mejor. También te ayudará a que estés más
concentrado.
— Léelo cada vez más rápido. Cuando lo
domines y puedas «ver» en tu mente lo que vas leyendo.
Cuando leemos solemos
incurrir de forma inconsciente en ciertos vicios que ralentizan
considerablemente nuestra velocidad de lectura. Estos malos vicios son:
1.- Leer palabra por
palabra: Es la forma que aprendimos de pequeño. Lo leemos todo, sustantivos,
verbos, adjetivos, y también artículos, conjunciones y preposiciones, con
independencia de que algunas de estas palabras apenas aporten información.
2.- Subvocalización: Al
leer tendemos a ir pronunciando las palabras, ya sea moviendo los labios o
mentalmente. El pronunciar mientras
se lee puede reducir la velocidad de lectura hasta en un 50%. Hay que aprender
a reconocer la palabra por su aspecto y no por su pronunciación.
3.- Evitar releer. No
se debe volver la vista atrás bajo ningún concepto, aunque pensemos que algo se
nos ha podido escapar. Con la práctica nos habituaremos a poner la máxima
atención en la lectura, evitando de este modo perder información.
Si no se comprende bien
el texto es preferible darle una segunda lectura completa que ir constantemente
releyendo. Se puede utilizar un lápiz para señalar por donde va uno leyendo y
evitar de este modo saltos de línea.
En definitiva, el
estudiante y/o lector debe tratar de mejorar su velocidad de lectura pero sin
comprometer una buena comprensión del texto (puede perder algún detalle, pero
nunca información esencial).
Autora: Mª Teresa Pérez Marín
Autora: Mª Teresa Pérez Marín
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