jueves, 7 de marzo de 2013

TRASTORNO DE ANSIEDAD DE SEPARACIÓN.



 Un caso real...

Nacho tiene 7 años. Acude a consulta acompañado por su  madre. Comenzó el curso escolar hace cuatro meses, cada mañana se levanta con náuseas y dolor abdominal. Al llevarlo su madre al colegio, en la puerta del mismo, vomita el desayuno, hecho que se repite a diario, por lo que el niño se niega a ir a clase por miedo a vomitar y que  su madre no esté cerca de él. Pasa la mañana pidiendo a su profesora que la llame  por si se pone malo y no está a su lado. En varias ocasiones, la han llamado y cuando su madre  lo recoge y llegan a casa, tales síntomas le desaparecen, hecho que le supone un trastorno a la madre que tiene que salir de su trabajo en un hospital.

El niño tras ser visto por el pediatra, no presenta otro problema de conducta, ni patología somática digestiva.

Su rendimiento académico ha disminuido durante el último año, ya que Nacho no tiene ganas de hacer sus tareas escolares, no juega con sus compañeros en el recreo por miedo a enfermar y no esté su mamá con él.

Por las noches, le cuesta conciliar el sueño, se muestra ansioso y pregunta insistentemente: “ ¿Y si mañana vomito?”, “¿Y si me pongo malito y no puedes venir?, cuando la madre le contesta que si eso ocurre, ella enseguida irá a recogerlo, Nacho se tranquiliza y se duerme. Tiene pesadillas, se despierta llorando y con mucha ansiedad,  su madre pasa el resto de la noche con él en su cama, hecho que tranquiliza al niño.

En consulta, se le pregunta a la madre desde cuando se vienen sucediendo estos hechos, ella refiere que desde que Nacho tenía unos dos años. A Nacho lo cuida su abuela materna varios días a la semana, ya que el padre viaja mucho por su profesión y la madre tiene guardias de noche en el hospital con relativa frecuencia. Ya desde pequeño, la abuela le comentaba a la madre, que cuando ella no estaba, el niño por las noches estaba triste, ansioso y le costaba dormirse, a medida que crecía, los síntomas se iban acentuando, cuando sabía que su madre se marchaba al trabajo comenzaba a preguntar y a anticipar que esa noche se pondría enfermo, como de hecho ocurría (dolor abdominal, náuseas, mareos, temblores, llanto y fiebre), por lo que la madre tuvo que ir renunciando a hacer guardias, para pasar más tiempo con Nacho.

Ella dice no poder seguir con ese ritmo de vida, también presenta ansiedad cada vez que tiene guardia, al preguntarle si su marido es colaborador, nos dice que él pasa mucho tiempo fuera de casa, y que piensa que lo que le ocurre a Nacho es normal, que se le presta demasiada atención y que está muy consentido.

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